De pequeña me llamaban Heidi


Seguro que muchos de vosotros os acordáis de esa serie cuando erais pequeños. Esa niña huérfana que vivía en los Alpes con su abuelo y siempre iba en mangas de camisa a pesar de estar rodeada de nieve. Seguro que también recordáis esas mejillas sonrosadas que siempre la acompañaban…. Alguna vez te habrás sentido identificada con ella cuando has tenido que exponer en público y tus carrillos se enrojecían, cuando te han piropeado y esas mejillas te delataban por completo… Pues bien, hay personas que sufren ese problema a diario y no pueden hacer nada para remediarlo… ¿o sí? Yo te digo que sí se puede controlar ese problema y si es a ti a quien te pasa he de decirte que tienes la piel sensible. Lo primero de todo es saber identificar una piel sensible ya que hay mucha gente que cree tenerla y no es así. Las pieles sensibles reaccionan frente a factores externos que en condiciones normales no deberían afectarles. Las paredes de los vasos sanguíneos están debilitadas y eso se traduce en picazón, escozor, ardor, hormigueo, dolor, tirantez… Las localizaciones más frecuentes de estos síntomas son en cara, cuello, cuero cabelludo, pies, espalda y vulva.
¿Cuáles son los factores que lo causan?
  • Factores genéticos: el umbral de tolerancia cutánea está disminuido, existe una alteración de la función barrera y de los lípidos intercelulares y existe también un aumento de la permeabilidad cutánea. Te ha tocado a ti y eso no lo puedes cambiar.
  • Factores extrínsecos: ya sea por uso de cosméticos o por factores medioambientales como puede ser el frio, el calor, el viento, sol, contaminación, aire acondicionado
  • Factores intrínsecos esenciales como el sexo, edad, raza… y factores intrínsecos asociados a alguna patología como el acné, dermatitis seborreica, vitíligo
¿Qué podemos hacer?
Tenemos que llevar una rutina cosmética adecuada a este tipo de piel.
  • Limpieza: utilizar productos de líneas dermatológicas específicas para este tipo de piel (que las hay). Limpiadores sin jabón y si llevan algún componente para calmar, mejor.
  • Tonificar para reestablecer el pH de nuestra piel y así terminar la limpieza adecuadamente.
  • Agua termal siempre a mano para calmar y desensibilizar
  • Tratamiento específico para hidratar, calmar y reestablecer la función barrera de la piel para que no quede desprotegida. Productos que sean fáciles de aplicar y fáciles de retirar.
  • Protección solar: a diario, tanto en invierno como en verano, en todo tipo de pieles y más especialmente en este caso ya que son más vulnerables a la acción de agentes externos y además es el mejor preventivo del envejecimiento. Los filtros físicos son mucho mejor tolerados por estas pieles ya que actúan a modo pantalla y no son absorbidos.
  • Maquillajes hipoalergénicos y no comedogénicos que cubran las rojeces.
  • Tratamiento de choque una vez a la semana con mascarillas calmantes.
Siguiendo estos pasos a diario, mejorarás la calidad de tu piel. Ojalá no pasasen los años y tuviéramos la piel de Heidi toda la vida, sin líneas de expresión, sin flacidez, sin arrugas… Ahora si te gustaría ser ella, ¿¿eh?? En el próximo post te contaré una novedad para tu piel sensible. Es un producto antiedad que frena el envejecimiento y actúa sobre tus rojeces. Apetecible ¿verdad? Si tienes la piel sensible cuéntanos tu rutina y con qué productos no puedes vivir.

Silvia Ruiz Aragonés

Farmacéutica Adjunta

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