- Es conveniente que después de comer el bebé esté tranquilo.
- Evita los juegos y movimientos bruscos del bebé en la primera media hora tras la toma.
- Aumenta el número de tomas y disminuye la cantidad.
- Favorece la expulsión del gas, ya que es normal que los bebés traguen mucho aire mientras están siendo alimentados: después de las tomas, mantén al bebé en posición vertical unos minutos para que pueda eructar.
La regurgitación del lactante es la salida por la boca, sin esfuerzo y en cantidades pequeñas, de la leche materna o artificial que el niño ha ingerido previamente.
No debes confundir las regurgitaciones con el vómito, que consiste en la expulsión con esfuerzo de contenidos del estómago por la boca, y que provoca malestar al bebé.
Hasta el 75% de los lactantes menores de 4 meses presentan regurgitaciones, que van disminuyendo en torno a los 6 meses de edad, coincidiendo con la introducción de la alimentación complementaria, y suelen desaparecer hacia los 12 meses.
Se producen por la falta de desarrollo de los mecanismos fisiológicos, así como por inmadurez del esfínter esofágico inferior (que es el músculo que separa el esófago del estómago), inmadurez de la musculatura esofágica, retraso del vaciado gástrico, poca capacidad gástrica, no estar en posición vertical y la alimentación líquida.
Suelen ser más frecuentes después de las tomas, cuando el estómago está lleno, y cuando el niño está acostado, ya que entonces es más fácil que vuelva el contenido del estómago hacia arriba. También pueden producirse varias horas después de haber comido, puesto que estos niños tienen retraso en el vaciamiento gástrico.
¿Qué se puede hacer?
Si el niño está tranquilo y contento, come bien y gana peso y talla, no hay que preocuparse. La regurgitación es una patología normal y transitoria.
Sin embargo, hay algunas medidas que puedes adoptar para tratar de evitarlas: